La vicuña bebé, encantadora criatura de los Andes
La vicuña (Vicugna vicugna) es
una especie de mamífero artiodáctilo, familia de los camélidos y del grupo de
los camélidos sudamericanos que vive en el altiplano andino, en Argentina, Bolivia,
Chile, Ecuador, y en las alturas andinas del Perú, país que tiene la mayor población
de la especie.
Las vicuñas son los camélidos más
pequeños, pesan entre 40 y 50 kg y tienen una longitud de 80 cm. Son silvestres,
color beige o vicuña (marrón claro rojizo) en el lomo blanco en la zona central
y las patas, con variaciones según las zonas geográficas donde habitan. La
fibra de su lana está entre las más finas del mundo, con 15 micrones de
diámetro. El pelaje es denso, formado por fibras delgadas que crecen muy
juntas, para proteger al animal tanto del frío como de la lluvia y el viento.
El macho dominante es el único
que puede aparearse con las hembras en el rebaño; sin embargo, el líder cambia
muy a menudo. Los machos sin pareja, fuertes y saludables lucharán con los
líderes dominantes para tener esa posición.
El apareamiento se produce en marzo
y abril, luego el embrazo dura 11 meses. Generalmente hay una sola cría, ocasionalmente
pueden haber 2 recién nacidos por cada parto. El ternero está en pie sólo a 15
minutos después del nacimiento, se alimentan de leche durante unos 10 meses,
pero siguen junto a la madre hasta los 18 meses de edad. La organización social
de la vicuña se caracteriza por la existencia de grupos familiares, grupos de
solteros y varones solitarios. En los grupos familiares, un solo macho dominante
conduce a un grupo de hembras y juveniles hasta llegar a diez individuos. Los
machos no dominantes se vuelven solitarios o se unen a grandes rebaños de solteros.
Son sexualmente maduros en dos años.
Las vicuñas bebés son criaturas hermosos
y gráciles, pero deben permanecer por seguridad siempre junto a la madre y demás
miembros del grupo. Por distintas razones, se pueden separar de la madre o el
grupo familiar, por lo que son víctimas de depredadores. A veces, tienen suerte y son rescatadas y cuidados por personas,
que luego deben devolverlas para que regresen a su hábitat natural. Por ley, no
se pueden tener vicuñas en cautiverio.
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